Pie de foto (XX)

Hoy he salido a la calle y, de pronto, he descubierto que mi vecindario es otro. Las calles ahora son de madera, los tejados todos inclinados dejan deslizar una suave brisa al caminar. Las puertas y ventanas de las casas están abiertas, como dando la bienvenida.

Se siente la vida en el interior de cada hogar, a pesar de no ver nada al otro lado de esa otra intimidad.

Por las ventanas se asoman cortinas vaporosas que parecen saludar con su vaivén. Que bailan al son de la música de estas calles que se han tornado vivas y coloridas.

Mi barrio ha amanecido siendo un mar en calma. Un mar acunado por la presencia de vecinos que reman en una misma dirección.

Todo se ha expandido. El hogar ha salido del descansillo. El cielo parece más ancho. Al mismo tiempo, las construcciones parecen más pequeñas, pero también más acogedoras. No parece haber fronteras entre las casas y el exterior.

Una melodía en el barrio resuena en mis pupilas y en las de todos aquellos con los que me cruzo. Hasta el olor de las calles es otro. Como el café recién hecho, este nuevo barrio desprende un aroma especial.

Y todos me dicen: _¡Bienvenida!, No, esto no es un sueño.

Entonces paro y, de pronto, despierto.

Virginia Sánchez Romo.

Licenciada en Periodismo Audiovisual. Formada en Gestalt de Infancia y Adolescencia; y en Terapia Social y Pedagogía Curativa, desde la Antroposofía. Estudiante de Cuentoterapia.

Todas las fotografías que aparecen en esta sección han sido realizadas con un teléfono móvil.

Anterior
Anterior

De los talleres a los comandos

Siguiente
Siguiente

El legado de los ancianos en los cuentos