Propuesta Patrimonio Inmaterial de la Humanidad

Cuento Maravilloso de Tradición Oral Iberoamericano

¿Qué nos gustaría?

La Asociación Iberoamericana de Cuentoterapia (AICUENT) quiere promover que los cuentos maravillosos de tradición oral iberoamericanos (de la península ibérica y los de Iberoamérica)  sean declarados por la UNESCO Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, basándonos en el manifiesto que hace Lorenzo Hernández, el presidente de nuestra Asociación. Es una propuesta ambiciosa que pretende poner en valor este tipo de cuentos para lo que pedimos a todas las asociaciones, entidades, personas interesadas y amantes de los cuentos que quieran sumarse a la iniciativa lo hagan a través del siguiente correo:  info@cuentoterapia.com

Desde la Junta Directiva de la AICUENT iremos coordinando y elaborando un listado que se irá haciendo público a través de la web, con las personas, entidades y asociaciones que vibren con esta idea y quieran sumarse a ella, con el objetivo de hacer un estudio colectivo y crear un movimiento que permita que las Administraciones Públicas declaren en peligro de extinción a los cuentos maravillosos de tradición oral, requisito previo imprescindible para presentar ante la Unesco esta propuesta.

Para noticias en prensa y medios de comunicación, atenderán Juan Antonio Valverde en el +34 647 78 96 79 y Mirian Díez +34 600 68 00 00

NUESTRO MANIFIESTO

PROPUESTA DE PETICIÓN A LA UNESCO PARA INCLUIR LOS CUENTOS MARAVILLOSOS DE TRADICIÓN ORAL IBEROAMERICANA, EN LA LISTA DE BIENES PROTEGIDOS COMO PATRIMONIO INMATERIAL DE LA HUMANIDAD

Proponemos esta iniciativa desde la Asociación Iberoamericana de Cuentoterapia (en adelante AICUENT) e invitaremos a que se sumen a la misma, de manera colegiada, a otras asociaciones, colectivos, administraciones, asociaciones y fuerzas sociales, pues creemos que, al ser un patrimonio inmaterial de nuestra sociedad, lo es de todas las personas que defiendan el valor de estos cuentos desde sus ámbitos de actuación, bien como académicos, folkloristas, antropólogos, cuentacuentos, narradores orales, bibliotecarios, archiveros, investigadores, escritores, pediatras, terapeutas,  profesores, maestros y un largo etcétera de profesionales que admiran estos cuentos y ven su valor como patrimonio, heredado por cientos de generaciones hasta la actualidad. Cumplen además una gran labor en la transmisión de valores, costumbres y arquetipos, que han servido, a la humanidad y a nuestras sociedades, para ser hoy garantes e integrar en ellos los grandes valores universales auspiciados por la UNESCO. 

Hemos comprobado que sobre este tipo de cuentos no existe aún ningún tipo de protección y que cada vez se ven más amenazados.

La propuesta es amplia, pues engloba todos los del área iberoamericana, aunque podría ser aún más amplia si incluimos todos los cuentos populares, no solo los maravillosos o más restrictiva, si la circunscribimos al ámbito territorial de la península Ibérica*. Creemos que es cuestión de hacer un estudio previo inicial y poder decidir posteriormente su ámbito de protección.

(*) Cuando hablamos de la península Ibérica está culturalmente incluido el territorio de las Islas Baleares y Canarias.

Los cuentos maravillosos iberoamericanos están en peligro.

Este tipo de cuentos ha sufrido dos invasiones en el mundo oral, familiar y comunitario. Por un lado, la invasión de la industria cinematográfica, que ha adaptado los cuentos a su gusto y necesidad, tachando de negativo lo que no es políticamente correcto y sin entrar a profundizar en sus significados simbólicos profundos. Por otro lado, desde que los hermanos Grimm editaron sus famosas antologías, en la península ibérica se asumió que los verdaderos cuentos eran los suyos, de tradición centroeuropea, y no los nuestros, los de la península. Ésta ha sido la segunda invasión. Si cuando el movimiento romántico puso de moda el interés por la cultura popular, España hubiera apostado por la recuperación del patrimonio oral, contando con escritores y folkloristas semejantes a estos hermanos alemanes, o como Perrault, o Andersen, tal vez nuestra actitud hacia la propia tradición oral habría sido distinta. 

Durante las primeras décadas del siglo XX, Aurelio Macedonio Espinosa, un hispanista de la universidad de Stanford, realizó un valioso trabajo de campo, que fue continuado en la década de los treinta por su hijo, ya con la Guerra Civil a las puertas. Indudablemente hubo intentos anteriores como los de Fernán Caballero y otros autores, pero circunscritos a entornos regionales. Después de esa gran labor, en la que se recogieron tantos cuentos valiosos y las aportaciones de otros grandes compiladores como nuestro querido socio de honor, Antonio R. Almodóvar o las de Camarena, Guelbenzu y otros, se siguen considerando mejor los recopilados en el extranjero. Parece que en España existe la mala costumbre de pensar que lo de aquí no vale y lo de fuera sí.

Los efectos de la llegada de la televisión a nuestros hogares.

A las dos invasiones comentadas se suma el efecto negativo, para la narrativa oral, que supuso la llegada de la televisión a nuestros hogares.

La noche era el momento en el que se contaban cuentos en el hogar, ese espacio comenzó a ser sustituido paulatinamente por la televisión, desde su llegada en 1960, hasta desaparecer por completo.

La aparición de internet y las redes sociales ha terminado por interrumpir esta práctica cultural, que era la garante de la transmisión de los valores sociales y de sus variantes regionales y locales. El efecto de las pantallas es tan grande que hemos pasado de ser sujetos activos a ser receptores pasivos. De alguna forma, a través de la televisión se ha establecido una especie de política de pensamiento único. Los actuales dibujos animados, basados en criterios de otras sociedades, han colonizado nuestros cuentos. 

A la pérdida del espacio dedicado a contar cuentos en el hogar, se suma un hecho que empeora la situación, la creencia dañina de que los cuentos españoles son patrimonio de gente con poca cultura, que esas narraciones están llenas de supersticiones y tonterías. Constatamos con tristeza que esas ideas llegan desde corrientes de pensamiento de diferentes signos y que revelan una lectura superficial de los cuentos iberoamericanos. Como decíamos antes a propósito de la industria cinematográfica, quienes piensan que los cuentos transmiten valores negativos e incluso nocivos, demuestran que no han realizado un análisis en profundidad ni se han preguntado, por ejemplo, cuál podría ser su interpretación simbólica, arquetipal o psicológica, así como su función en el entramado de una cultura y de sus valores sociales e incluso anímicos.   

Las antologías folcloristas no son un marco de protección suficiente.

Podría considerarse que los cuentos tradicionales iberoamericanos ya están suficientemente protegidos desde que fueron recogidos por los folcloristas, en antologías, y que no necesitan un marco de protección como el que brinda la UNESCO. Desde AICUENT discrepamos en este punto pues, como se ha indicado anteriormente, el cuento de tradición oral vive en la oralidad.

El primer artículo de la Convención para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO describe claramente qué clase de patrimonio cultural constituye el cuento tradicional. El texto dice así:

 “Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad, y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana”.

Esto es lo que caracteriza al cuento tradicional. Si sólo existiera en los libros, si sólo quedara fosilizado en las antologías elaboradas por los folcloristas, el cuento de tradición oral dejaría de ser un patrimonio inmaterial de la humanidad, pues quedaría relegado sólo al mundo de los lectores y de la franja letrada de población y a la posibilidad de que sean pasados a papel. Tampoco evolucionarían, tal y como defienden autores como J. Zipes o B. Bellorín.  Como decimos, quedarían fosilizados y no intervendría en ellos la constante renovación que supone el ser contados una y otra vez y pasados por el filtro de la memoria y de la propia escala de valores de los narradores que los van transformando y puliendo para las generaciones venideras. Este es justamente el peligro que se corre, especialmente si no se entiende dónde radica la diferencia entre los cuentos populares y otra clase de obras. 

El cuento tradicional tiene que estar vivo y sólo lo está cuando pasa por las personas, cuando vive entre la gente. Y cuando eso sucede, los cuentos cambian, se adaptan, se acomodan a la idiosincrasia de un lugar o a la del propio niño/a que los escucha. Eso aporta valor, porque los cuentos pertenecen al linaje de un lugar y de una comunidad. Así que, siempre y cuando se conserve su ADN, es decir su estructura interna y sus símbolos característicos, todas estas transformaciones son beneficiosas. Esto no quita que los cuentos se pasen a ediciones impresas, para que se difundan y se puedan proteger y comunicar también de esta forma.

Entornos que permiten la transmisión de cuentos y sus variantes.

Además del hogar, en las familias, hay otros entornos óptimos para acoger espacios donde seguir transmitiendo el patrimonio oral de los cuentos de generación en generación, como los colegios, las bibliotecas y todos los lugares donde los cuenteros, cuentacuentos y todo tipo de narradores orales ejercen su oficio. 

El cuento es un elemento indispensable de la cultura, crea vínculos, ofrece recursos para gestionar conflictos, permite que se dé una comunicación directa entre las personas que escuchan y quién los cuenta. Tiene todo este potencial porque está repleto de símbolos, que nos hablan por medio de su lenguaje simbólico. Este es uno de los motivos principales por el que deben preservarse, como antes mencionábamos, para evitar que sean degradados por aquellos que juzgan su valor tras una lectura superficial, probablemente pobre o llena de prejuicios. 

Hemos observado que hay versiones de cuentos que actualmente nadie conoce, porque no se han seguido contando. Un ejemplo de ello es la versión de “Los tres cerditos” que se contaba en España hace 60 años, actualmente cuando se cuenta esa versión en las escuelas, no la conocen.

Los cuentos siempre han contado con dos versiones, una masculina y otra femenina, sin embargo, en muy pocos casos encontramos actualmente las dos versiones. O tenemos la que protagoniza un héroe o la que protagoniza una heroína. Esto supone que la versión que iba destinada a la psique de los hombres o de las mujeres, se ha perdido. Los folcloristas, y en general los filólogos, conocen la existencia de esta dualidad en los cuentos. Este es otro ejemplo de cómo se pueden perder definitivamente esas versiones, incluso la masculina y la femenina a la vez, si no hay una recuperación y difusión de las mismas. 

Un último ejemplo que nos alerta sobre la posible desaparición de versiones, lo encontramos en el total desconocimiento, por parte de la población en general, de cuentos que probablemente fueron considerados políticamente incorrectos. Aquí podemos mencionar la existencia del cuento murciano “Periquitico y Periquitica”, un cuento arcaico y primitivo, muy poco conocido. Intuimos que se dejó de contar, no ya por los aspectos de canibalismo, sino por el abandono parental y la falta de vínculos sanos. Ocurre lo mismo con el cuento “El Oricuerno”, tal vez por su contenido trans. Estos ejemplos nos hacen sospechar que han podido desaparecer cuentos que trataban temas parecidos a los de estos dos.

Como la transmisión de estos cuentos es oral, no hay forma de saber cuántos se han perdido, quizás cientos. Verdaderamente la pérdida es lamentable, porque estos cuentos proporcionaban a nuestros antepasados, soluciones acertadas para resolver problemas psicológicos y emocionales, a nivel de individuo, familia y sociedad. Una guía de la que hoy en día carecemos.

Peculiaridades del cuento tradicional de la península ibérica.

Una de las cuestiones que se tratan en el libro Los cuentos populares o la tentativa de un texto infinito, de Antonio Rodríguez Almodóvar es la de ¿qué tienen de especial los cuentos de la península ibérica? En un capítulo de este estudio, pionero en su materia, se enumeran aquellos rasgos que distinguen a nuestros cuentos de aquellos que se escuchan en países con raíces culturales comunes. Como ejemplos de estas cualidades podemos mencionar el gusto por la escatología o la preferencia por un lenguaje más directo, menos afectado por la corrección política. De hecho, mucha de la literatura picaresca del Siglo de Oro puede estar inspirada en nuestros cuentos populares. Otro rasgo lo encontramos en la ausencia de personajes fantásticos, como las hadas y magos, tan comunes en otros cuentos. En los nuestros sólo encontraremos viejecillas y viejecillos, abuelas con delantal y pañuelo y abuelos con las manos encallecidas. Son personajes tan cotidianos, que muchas veces ni siquiera entregan un objeto mágico, porque los consejos que dan bastan para superar las duras pruebas que tienen que enfrentar los jóvenes protagonistas de los cuentos. Y lo bueno es que todos los cuentos de la península ibérica forman parte de un tronco común. Aún en euskera, siendo éste un idioma completamente diferente al castellano, encontramos muchos de los mismos cuentos, compartiendo los rasgos enumerados por Antonio R. Almodóvar. Indudablemente también encontraremos variantes significativas. Pasa igual en Cataluña o Baleares, Galicia u otras de las zonas peninsulares a pesar de tener idiomas maternos diferenciados. A su vez, todos estos cuentos forman parte de un tronco común, cuyas antiquísimas raíces son indoeuropeas, tal y como ha quedado demostrado en innumerables estudios antropológicos.   

El destino de los cuentos españoles tras la colonización del continente americano.

Cuando Aurelio M. Espinosa, bajo el auspicio de Margaret Mead, comienza a recoger cuentos en el sur de Estados Unidos, es decir, en los estados que fueron mexicanos, descubre que proceden de España. Que esa lengua sencilla, con raíces medievales, y que ese mundo de castillos, de príncipes y princesas hechizadas, de gigantes y de pastores avispados, tiene su origen al otro lado del Atlántico. Lo confirmará un tiempo después, cuando comienza a investigar en España con Menéndez Pidal. Descubre que esos cuentos han llegado a América siglos atrás con las migraciones y el mestizaje, fruto de la colonización, y que la sociedad criolla integró estas historias en su acervo cultural. Por lo que los cuentos iberoamericanos acaban adquiriendo una idiosincrasia propia y, por tanto, forman parte de la cultura mestiza de Iberoamérica. Así se incorporan a un tronco común, a una gran familia. Esto lo hemos ido constatando en países como Colombia, Argentina, Perú, México, Chile, Paraguay, Costa Rica, Ecuador... Es hermoso encontrar allí algunos cuentos que se han perdido aquí. Por esta razón sería bueno considerarlos a todos como partes de un solo cuerpo, el de los cuentos maravillosos iberoamericanos.


Propuesta de estrategias a desarrollar para regenerar el ecosistema en el que vive el cuento tradicional.

Consideramos necesario introducir los cuentos en el sistema educativo. Esta práctica ya se lleva a cabo en Alemania, un país donde el estudio del cuento maravilloso forma parte del currículo de cuarto y quinto de Primaria. Además, cada Navidad, los teatros representan la ópera de Humperdinck, que cuenta la historia de Hansel y Gretel. En los hogares, los/as niños/as hornean la típica casa hecha de galleta de jengibre... Es una bella forma de mantener vivo un cuento. 

Creemos pertinente fomentar el conocimiento del cuento en las asociaciones de madres y padres y con los docentes, con la finalidad de ayudarles a descubrir el componente sanador y la transmisión de valores que tienen los cuentos tradicionales, ya que de por sí son una herramienta de educación emocional. De esta forma se facilitaría que trabajen con los cuentos tanto en actividades curriculares como extracurriculares. 

Destacamos la importancia de organizar encuentros, jornadas y congresos. 

Proponemos que se creen archivos para recoger las diferentes versiones que se encuentren, de un mismo cuento, en todos los ámbitos locales, regionales y nacionales. Todo esto ayudará a preservarlos y a darles vida. 

Finalizamos insistiendo en la idea inicial: que los cuentos maravillosos iberoamericanos formen parte de la lista del patrimonio inmaterial de la humanidad. No solo con el propósito de ayudarnos a crear antologías y archivos de memoria oral sino, sobre todo, para ayudarnos a mantenerlos vivos.

Es el momento de lanzar esta idea para aunar esfuerzos de todas las personas amantes del cuento maravilloso y poder hacer un dossier y una candidatura que poco a poco nos lleve a conseguir esta finalidad. Este escrito quiere ser la semilla de la que germine esta candidatura. 


Lorenzo A. Hernández Pallarés. Presidente de la Asociación Iberoamericana de Cuentoterapia.