Estoy Contigo

Maria del Mar Val. Terapeuta Gestáltica.

Docente acreditada por AICUENT

mmarvj@gmail.com

Estoy Contigo es un álbum ilustrado donde las imágenes que acompañan el texto son muy tiernas y acogedoras, a la vez que expresivas, tanto que me atrevería a decir que podría haber sido un cuento sin palabras; las ilustraciones tienen el poder de transmitir perfectamente el mensaje.

Taylor, que es el protagonista de nuestro cuento, acaba de realizar una construcción increíble, cuando de pronto y en un instante, algo inesperado lo pone todo “patas arriba”. Taylor queda paralizado y no sabe qué hacer. A lo largo de la historia van apareciendo diferentes animales con la mejor intención de ayudarle, desde lo que cada uno considera mejor para él, en cambio, nada de lo que le aconsejan es lo que necesita.

Hasta que llega un conejito que lo observa en silencio desde la distancia y le acompaña. Poco a poco se produce un acercamiento y Taylor puede exteriorizar las emociones a su debido tiempo, al ritmo que necesita, con la compañía de su amigo conejito. Finalmente, después de ese periodo de duelo, Taylor consigue volver a construir y esta vez el resultado será impresionante.

Este cuento, llego a mi de una forma diferente a otras veces.

Estaba yo en el hospital recuperándome de un grave accidente de tráfico cuando, Carmen González, cuentoterapeuta, vino a visitarme y me pregunto si quería escuchar un cuento;  evidentemente le dije que sí, así que me relaje para disfrutar de él, dejándome impregnar por sus imágenes, contenido y sonido.

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A mí particularmente, me pareció un cuento ideal para el momento y el proceso por el que yo estaba pasando,  me identificaba y me veía reflejada en muchas de las secuencias y partes del cuento.  Me explicaré.

Estoy contigo es un cuento que, a primera vista, después de escucharlo, me pareció sorprendentemente divertido; por parecer algo anti gestáltico. Hay momentos en que de repente algo en tu vida se ha roto, se ha derrumbado, destruido, desmoronado, o alguien o algo ha provocado un caos en tu vida de forma estrepitosa, sea intencionadamente o no. Son momentos donde tú no tienes nada que hacer, donde algo te sorprende de tal manera que tu vida cambia completamente sin saber porqué, ni para qué, y de pronto te encuentras en una situación de parálisis, estupefacción, bloqueo, mutismo, silencio y… este estado catatónico te puede llevar a muchas situaciones distintas. Pero antes de que esas emociones salgan a la luz, pasas por un periodo de interiorización profunda dónde nada ni nadie puede alterar esos momentos de contacto contigo mismo, que se dan de una forma profunda.

Después, a lo largo de los días, las semanas y los meses, personas conocidas, queridas, amigos, familiares, personas que te cuidan y te visitan con la mejor intención, cada una de ellas te va indicando y aconsejando qué es lo que necesitas, qué es lo que tienes que hacer, con qué te vas a sentir mejor, cómo tienes que tomarte lo que te ha pasado y qué es lo mejor a partir de ahora… (en terapia Gestalt se utilizan estrategias para desbloquearnos como: gritar, golpear algo, llorar, sentarnos frente a la silla vacía, darnos permiso para… etc.). En el mejor de los casos y dependiendo de la conexión que tengas contigo mismo, puedes conseguir estar en ti, sin molestar a nadie, y seguir con tu ritmo, atendiendo a tu necesidad y expresándola de una u otra manera; siempre de forma franca, sincera, transparente, para que nadie se sienta ofendido, pues no es tu intención. Lo que sí es imprescindible es seguir conectado con tu interior y cuidándote.

En los momento de gran fragilidad es cuando lo que más apetece, como era mi caso, es enrollarte en ti mismo, a modo de protección esencial y hacer como un duelo por dentro, por lo perdido, y reflexionar sobre cómo quieres continuar, puesto que estás en la situación de seguir hacia delante. Y aunque todavía no sepas muy bien cómo, ni de qué manera, ni hacia dónde ni en qué condiciones, te preguntas: ¿seré capaz de reconstruirme?, ¿saldré adelante con el panorama que me ha quedado delante? Pero… ¿Qué ha pasado? Y… ¿ahora qué?

Las persones cercanas llegan con sus múltiples recetas de acción, surgidas por la ansiedad y angustia que sienten al verte en un estado tan vulnerable, o incierto. Y cuando se han calmado dejan el espacio suficiente para que aparezca aquella compañía que tiene la capacidad de estar junto a ti sin presión, de estar presente aunque permanezca en silencio… Una compañía así permite que cada uno, a su debido momento, sea capaz de atravesar los diferentes estados de ánimo y emociones; permite que estos estados surjan de la manera y el modo que sea necesario, sin barreras, juicios, criticas o directrices.

Y es entonces cuando puedes desbloquear aquella parálisis inicial y volver a mirar lo perdido, destruido, roto de forma accidental, con una mirada nueva. Con ayuda de la imaginación y la visualización, te das cuenta de que lo que habías construido tenia unos limites; y te das cuenta de que ahora, desde este estado renovado, incluso vas a poder superar lo anterior y hacerlo diferente, pero no carente de magia… pues el resultado puede llegar a ser impresionante.

Agradezco a los cuentos, en general, y en especial a cuentos así, que  lleguen a cada uno en momentos especiales, cuando son necesarios. Y agradezco que lo hagan de esta manera tan mágica, que descansen en nuestro corazón con la suavidad y sutileza que nos ayuda, sin saberlo, a saborear el secreto que guardan. Cuentos como Estoy contigo nos desvelan que las cosas pueden cambiar y nos transforman, como si de un elixir poderoso se tratara.

Reflexión:

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Te has preguntado alguna vez cómo te gustaría que te acompañaran ¿Lo pides? ¿Lo sabes?

¿Cómo sientes que acompañas tú? ¿Desde dónde? ¿Qué necesidad propia cubres acompañando al otro? ¿Qué necesidad crees que cubres de la persona a la que acompañas?

¿De entre todos los personajes que aparecen en el cuento, con quién te sientes más identificado?

En estos momentos, este cuento se encuentra, para mí, en el listado de cuentos imprescindibles, cuentos básicos.

Este artículo fue publicado originalmente en el número cinco de la revista anual de AICUENT, en diciembre de 2019.

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