La Cuentoterapia en el trabajo biográfico

María Reino

Biógrafa, narradora oral y licenciada en Historia del Arte.

“Érase una vez que se era…”. Así, con esta mágica frase, o una similar, comienzan los cuentos maravillosos, cuentos de hadas y populares. Ellos nos ayudan a transportarnos a otro lugar, que aunque parece lejano, no lo es porque nos habla del ser humano, es decir, de nuestras emociones y sentimientos, obstáculos, creencias, encuentros, miedos… de nuestros anhelos y nuestro proceso individual, el cual llevamos a cabo para alcanzar lo anhelado. Y en este sentido, ¿acaso no es nuestra vida una narración que se pone en camino, en acción, motivada por una búsqueda que, además y por lo general, parte de un dolor o una situación en la que nos sentimos incompletos y que nos impele a un crecimiento personal y en cuyo recorrido hay una transformación?

En este artículo os quiero mostrar cómo yo aplico la Cuentoterapia al trabajo biográfico, una disciplina de desarrollo personal y autoconocimiento a través de la biografía de uno mismo; en la que yo, como biógrafa, acompaño a un cliente en su proceso biográfico. Antes de dar unas pinceladas sobre esta herramienta que responde al lema del “conócete a ti mismo”, quiero aclarar que llevar a cabo un trabajo sobre la biografía de uno mismo, no debe confundirse con el género literario de la biografía, por las razones que más adelante leeréis.

El trabajo biográfico es una toma de conciencia y responsabilidad sobre el recorrido vital de uno mismo, que permite responder a preguntas vitales como ¿quién soy yo?, ¿qué sentido tiene mi vida?, ¿cuál es mi propósito vital?. Gracias a este trabajo con la propia historia podemos sanar muchas partes nuestras, que afectan a nuestra relación con los demás, partes que dificultan nuestro caminar y que al ser sanadas, nos permiten llevar a cabo nuestro proceso de individuación, como lo denominó Carl Gustav Jung. Igualmente, adentrarnos en nuestro proceso biográfico ayuda a darnos cuenta de que existe un hilo conductor en todo lo que hacemos y vivimos, y que responde al arquetipo, la energía que encarnamos y que nos hace únicos. Es el valor de nuestra unicidad, del Yo de cada cual, el ser esencial que se debe a unos ideales particulares que solo atañen a su tarea individual, y con los que transformará la paja en oro.

Eric Richard y Ailsa Berk en la adaptación televisiva del cuento “Juan mi erizo” para la serie The Storyteller, creada por Jim Henson.

¿Y cómo se hace? Teniendo en cuenta que existen unas leyes biográficas que se cumplen en todos los seres humanos, observamos nuestra biografía en períodos de siete años desde nuestro nacimiento hasta el momento vital presente. ¿Por qué así? Porque cada período de siete años, un septenio, los seres humanos pasamos por una serie de cambios que repercuten sobre nosotros en diferentes niveles; son ciclos vitales en los que se desarrollan una serie de fuerzas que van conformando las distintas partes de nuestro cuerpo físico y de nuestra alma. Y ¿cómo se trabaja esto en las sesiones de trabajo biográfico? Principalmente mediante la conversación biográfica entre el biógrafo y el cliente; una conversación, claro está, que tiene su técnica y con la que uno acompaña al otro. Aunque podría hablar extensamente sobre el trabajo biográfico, sirvan estas pinceladas para continuar con el resto de lo que os quiero contar.

En un proceso de trabajo biográfico, por tanto, es fundamental recordar, es decir, volver a pasar por el corazón lo vivido para entender narrativas ancladas en el pasado, victimistas, que nos confunden y obstaculizan nuestro caminar. Cuando nos entendemos logramos actuar desde quién, en realidad, somos; tomar la vida en nuestras manos y no que la vida, y sus circunstancias, nos tome a nosotros. Es común que, ante las adversidades de la vida, reaccionemos con ira y sintamos dolor emocional, pero debemos hacer el esfuerzo por entender y acoger nuestros sentimientos, esos que nos hablan de una parte de nuestra alma que tenemos que sanar por nosotros mismos. En este sentido, quiero compartir, a través del siguiente audio, un cuento que me gusta narrar en consulta para establecer la diferencia entre el por qué y el para qué de las cosas que nos ocurren en la vida. Teniendo clara nuestra postura, y decidiendo desde dónde queremos trabajar sobre nosotros mismos, el proceso biográfico -o cualquier otro- tendrá un color u otro.

Abigail Cruttenden, otra de las protagonistas de “Juan mi erizo”" (Hans my Hedgehog) en su versión para la TV.

El cuento, en el trabajo biográfico, se presenta como una herramienta muy útil para trabajar toda la biografía o para tratar temas puntuales dentro de la propia historia vital. ¿Por qué el cuento? Porque es mediante la metáfora, la imagen hecha palabra, como una persona puede establecer una distancia que le ayuda a tener una perspectiva más amable, bella, artística y creativa, que le ayuda en su proceso, y le permite desenmarañar esos hilos que a todos se nos enredan y nos dificultan continuar. La metáfora ayuda a entrar en una conciencia cuando el dolor, y el propio ego, no nos permite hacerlo. En uno de estos procesos biográficos, un hombre en consulta exponía un bloqueo a la hora de entender sus relaciones con las mujeres que habían sido su pareja. Presentaba, además, un cuadro de ansiedad que se manifestaba en unas palpitaciones que le llevaban a un estado de preocupación que, a su vez, rayaba la hipocondría. Varios aspectos de su biografía me llevaron a proponerle trabajar con el cuento de “Juan mi erizo” (https://www.grimmstories.com/es/grimm_cuentos/juan_mi_erizo). El cliente, para empezar, apenas hablaba de su padre (mucho más mayor que su madre) durante su proceso biográfico, y cuando hablaba de su madre, ponía el foco en que esta había padecido depresiones cuando él era niño; hecho que le había impulsado, de joven, a cursar estudios universitarios que explicasen desde la ciencia neurológica, los procesos depresivos. Este cliente, en su vida como hombre adulto de sesenta años, no conseguía entender porqué siempre se fijaba en mujeres con el mismo perfil: quince años más jóvenes que él y con problemas con el padre. Cuando leyó el cuento de los hermanos Grimm, le pregunté por aquellas imágenes que más le habían impactado o llamado la atención de manera especial. No las mencionaré ni entraré en todas ellas por razones obvias, pero sí que comparto un par imágenes con las que el cliente entró en una consciencia sobre sí mismo y su historia. Una de estas imágenes fue la del erizo, niño, durmiendo al lado de una estufa sin poder recibir nutrición de su madre. La otra imagen, que le causó un sentimiento de ira y que le conectó con una herida de injusticia, fue la del erizo pinchando a la princesa con sus púas, provocándole sangre, para después echarla de su lado, dejándola ultrajada. Lejos de hacer diagnósticos, pues mi trabajo como biógrafa no trata de esto, me resulta interesante observar que ya es la tercera vez que me encuentro en consulta casos de hombres heterosexuales, con ansiedad e hipocondría, que no consiguen tener una relación sana y estable con las mujeres; y cuyas madres han sido, de una manera u otra, acaparadoras con ellos como hijos. Me resulta curioso también descubrir que estos hombres han vivido, con silenciado dolor, cómo sus madres han recibido algún tipo de maltrato, verbal, gestual, emocional e incluso físico, por parte de su marido o pareja, es decir, por parte del padre. Es evidente que lo femenino, en estos núcleos familiares, ha sufrido un daño y el ánima*1 de estos hombres sufre.

El actor Jason Carter, en el papel de Juan-mi-erizo, una vez roto el hechizo por la fuerza del amor y la confianza.

Y es que el verbalizar lo que nos pasa y hacemos, sentimos y pensamos, nos ayuda a poner orden en todo aquello que está enmarañado y nos produce confusión e inacción. Es así como nos damos cuenta, como traemos al consciente lo inconsciente, como alumbramos partes que teníamos en la sombra; como aprendemos a cuidarnos y a tomar acción sobre nosotros mismos, es decir, a ser nuestra propia madre y padre saneados. Pero los progenitores, sanados, ¿de quién? De nuestro niño interior, manifestación de nuestro ser esencial, lo auténtico y creativo de cada uno; porque solo cuando vuelvas a ser un niño, entrarás en el reino de los cielos. Se trata de regresar a un paraíso distinto del que fuimos expulsados, a un paraíso conquistado, y el camino se hace a través de este valle, un plano existencial al que necesitamos amoldarnos y en el que llevamos a cabo nuestro plan divino, nuestra tarea cósmica, según lo llamó María Montessori. ¿Cuántos de nosotros nos sentimos expulsados a través de los sentimientos, por ejemplo, de abandono y rechazo? ¿Cuántos niños, y otros personajes principales, en los cuentos hablan de lo mismo? ¿Cuál es la búsqueda en cada uno de nosotros entonces? Volver al paraíso con una consciencia nueva. Ganarnos el cielo. Este es el trabajo que se nos pide, el que nos cuesta sudor de frente y lágrimas de sal.

La vida son risas, y también lágrimas, nos guste o no, que se muestran en pérdidas, crisis, enfermedades, sentimientos de abandono, traición… lágrimas que nos ayudan a crecer, a sanar partes de nuestra alma, a madurar al fin y al cabo. Si todo fuesen risas, no habría anhelos, no habría búsqueda, no habría historia, no habría cuento.

¿Y qué ocurre cuando necesitamos desarrollar mecanismos de supervivencia? Que creamos caparazones que esconden, camuflan, nuestro yo esencial, el diamante que todos llevamos dentro y nos hace brillar como una estrella. En este valle de lágrimas, y también de risas, nos toca desenmascararnos, salir del molde que nos aprisiona, y quitar capas de ese caparazón que nos hace mal, y con el que funcionamos en nuestra cotidianidad, para estar bien. Como Dante nos muestra en su Comedia, nos toca ir de los infiernos al paraíso sin quedarnos estancados en el purgatorio tomando pastillas, por ejemplo, para dormir o para la ansiedad. ¿Y qué es el Bien en nosotros, los seres humanos? Aquello que nos conecta con lo auténtico nuestro, es decir, lo verdadero, lo que es bueno de corazón y además se manifiesta de manera bella. La vida es tragicómica y saber vivir entre estas dos polaridades, transformando lo trágico en comedia, nuestro infierno en nuestro cielo, es un proceso que nos lleva la vida.

Y es que estar centrados en nosotros mismos desde un egoísmo sano, nos lleva a poder evitar situaciones como ésa por la que pasan el padre y el hijo de la siguiente historia.

¿Cuántos de nosotros hemos puesto en duda algo que teníamos claro por las opiniones externas de los demás o por pensamientos rumiantes; los cuales, además, nos resultan ajenos, es decir, que no están en consonancia con aquella otra voz interior muy nuestra? Y es que cuando nuestro pensar es claro, como el del padre al comienzo de la historia, nos es fácil poner nuestra voluntad al servicio de nuestra visión y deseos. Pero, antes, es necesario volver a pasar por nuestro corazón nuestro pasado, recordar desde el presente para poder seguir a nuestra estrella y llegar así a nuestro glorioso puerto.*2

Como habéis leído en el encabezamiento del artículo, me llamo María Reino. Soy biógrafa, narradora y licenciada en Historia del Arte. A lo largo de mi vida, a través de diferentes profesiones y proyectos, la palabra y la imagen me han ido recorriendo como un hilo conductor, conformando el traje que se ajusta a lo que en esencia soy y he venido a generar y manifestar en esta vida. Si quieres saber más de mí, te invito a que visites mi perfil de Instagram @procesos.biograficos o te pongas en contacto conmigo: Tel. +34 663 815 233. E-mail: procesos.biograficos@gmail.com

Notas:

*1 Jung, C. G.: Aion: Contribuciones al simbolismo del sí-mismo. Editorial Trotta, 2011

*2 Dante, Canto XV del Infierno de la Comedia.

Bibliografía sobre temas tratados en el artículo:

  • Alighieri, Dante: Comedia. Editorial Acantilado, 2018.

  • Jung, C. G.: Aion: Contribuciones al simbolismo del sí-mismo. Editorial Trotta, 2011

  • Lievegoed, Bernard: El desarrollo vital del hombre. Ediciones Mensajero, 1983

  • Lievegoed, Bernard: Las etapas evolutivas del niño. Editorial Rudolf Steiner, 2014.

  • Montessori, María: El Niño. El secreto de la infancia. Montessori-Pierson Publishing Company, 2017
















































































































































































































































































































































































































































































































































































































































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