Los colores de Laura

Jorge Balibrea

Aficionado a la escritura creativa. Formó parte del equipo que creó el Tarot de los cuentos maravillosos de la península ibérica.

Veintiocho de Julio del año 2020. Una tarde de calor moderado, raro en Murcia, y de tonos anaranjados vespertinos. Me reúno en La Rayuela con una niña de ojos inocentes, mejillas rosadas y cabellos negros y rizados. Aunque ya peina canas con mucha naturalidad y desparpajo. Es algo tímida y aún queda en sus ojos una pizca de ilusión con la que mirar el mundo; algo importante en el mundo creativo. Buscando en internet, Wikipedia me dice que ese mismo día, siglo y medio atrás, nacía la escritora e ilustradora inglesa Beatrix Potter. Igual que ella, Laura Gómez Marín también ilustra cuentos. Como el de Laura Wilkis, Los reflejos de Clementina. Pero, como es mujer de ésta época también está explorando otros campos, como el del videojuego, diseñando escenografías, personajes y adentrándose en el 3D.

Por cierto, La Rayuela es un bar de Espinardo, lugar donde nos encontramos con el pretexto de tomar una “cerve”. A Laura la conozco principalmente del tiempo que compartimos trabajando en el Tarot de los Cuentos, pero también hemos coincidido en algún que otro taller de Cuentoterapia; un pequeño universo en expansión que aún es lo suficientemente recogido para coincidir con “viejos” compañeros.

-¿Sabes para qué estoy aquí? -le pregunté.

Por supuesto, la “cerve” y ponerse al día siempre es una buena excusa. Y aunque se olía algo, la cara le cambió cuando le conté que nuestro editor me había puesto a cargo de su entrevista. Fue una pequeña traición que la hizo reír. Después admitió que le hacía ilusión que me encargase yo, y en ese momento ella me sacó los colores a mí. Le expliqué que lo de la “cerve” y ponerse al día no era mentira, pero que quería aprovechar para tantearla y hacerle algunas preguntas sobre el trabajo del tarot y sobre ella misma. Lo cual me ayudaría a hacerme una idea para plantear la entrevista real.

Transcurrieron un par de horas de cháchara relajada en las que pasamos del violeta, al negro salpicado de farolas. Durante ese tiempo pude ver una perspectiva de Laura que no conocía y hacerme una buena idea de cómo orientar la próxima reunión. Charlamos sobre su recorrido, durante el cual trabajó también de profesora y arte-terapeuta.

-¿Cómo te defines?

-¿Yo? Apasionada, cabezota… -Respondió teniéndolo bastante claro.

-¿Y qué eres?

-”Artihta”. –dijo con tono jocoso. Aunque yo sabía que era una de esas bromas que van en serio, y luego lo confirmé:

-Me gusta todo tipo de arte. No soy la mejor, pero si tengo que escribir, escribo. Me gusta bastante la escultura. Menos cantar… Que sé que lo hago fatal, el resto me encanta.

-¿Entonces, dirías que la ilustración es una especialización para ti?

-La ilustración es la manera más directa y más cómoda para expresarme. –Afirmó con mucha seguridad.

También mencionó la importancia del trabajo del ilustrador y cómo está desvalorizado en éste país. Me contó que está preparando oposiciones, buscando un ingreso estable para poder guardar un tiempo para trabajar e ilustrar lo que a ella le gusta. Incluso conseguí que me confesara que cuando era niña había escrito un cuento; y por supuesto, le pedí que me lo contara. Cuando lo escuché me sorprendí bastante. He trabajado en el Tarot de los Cuentos y profundizado en la simbología, y sin duda lo que me relató tenía mucho potencial, así que la animé a retomarlo. Me resultó interesante cómo el niño de nuestro interior es capaz de hilar con tanta facilidad lo que a nosotros nos cuesta tanto. Ahora no puedo aguantar la expectación, y espero que nuestra Beatrix Potter nos regale ese precioso cuento del que aún no puedo hablar.

En resumen, fue una tarde agradable en la que pude ver una mezcla de tonos pastel llenos de ilusión, y unos colores más saturados y maduros con los que Laura traza el contorno de un camino aun poco definido pero lleno de viveza. Después de eso, nos despedimos, pero amenacé con volver.

Mi segunda visita se demoró hasta el veinte de agosto. Fue un agosto extraño, el del pasado año, inevitablemente marcado por un virus que ha traído mezclas raras a la paleta. En esa ocasión me desplacé hasta algún lugar perdido en la sierra de la Almenara, cerca de Águilas. Me recibió un paisaje precioso lleno de tonos terrosos y barrancos salpicados con esporádicos pinos y palmeras, en mitad de un parque natural en el que apenas hay registrados más de trece habitantes. Uno arriba uno abajo. Allí, en una casita baja de color amarillo huevo, vive Laura junto con su pareja, Tony. Es un lugar que bien podría haber sido sacado de uno de los cuentos maravillosos de la península. Sin timbre ni nada, tuve que levantar la voz para anunciar mi llegada. Fue una sensación extraña, hoy que tenemos interfonos electrónicos, y que somos tantos y tan hacinados que el menor ruido puede molestar al vecino.

A la casa y a Tony ya los conocía de otra ocasión en la que fuimos allí para recoger unos bocetos, de las cartas del tarot, justo antes de una reunión con Paco y Lorenzo. Aunque desde entonces la casa había cambiado un poco para acomodarse a sus nuevos inquilinos.

-¿Cuánto tiempo lleváis aquí ya? -pregunté.

-Yo vine un poco antes de empezar con las cartas, Tony un poco más tarde. –Dijo Laura mientras abría la puerta de madera que daba al interior de la casita, cuyo recibidor era la propia cocina.

-¡Oh! ¿Aquella vez?

-Si, más o menos -recordábamos.

Tras los saludos y las nuevas cuatro ‘C’s (codo-con-codo-covid), que a veces me hacen sentir como un rapero (y más joven), Tony nos dejó; y con un batido de plátano nos sentamos fuera, a la sombra; donde no se oía más que naturaleza, silencio y chicharras.

Nuestra charla se tiñó con el blanco puro de un invierno. Para Laura fue un invierno de necesidad e instinto, y de eso habla Juan el Oso. Juan el Oso fue el primer cuento que trabajamos, el primer palo en ser dibujado. Sus cartas conectan a Laura con el lugar en el que vive y concretamente con el primer invierno que pasó allí. Es el comienzo del Tarot de los Cuentos en más de un sentido. Pero para que se entienda bien este cuento, hay que hablar de cómo empezó todo. Y por supuesto hay que hablar de Paco. Al fin y al cabo, el proyecto nació con él:

Érase una vez Paco Jorquera. Él no es sólo el iniciador de nuestra aventura, también es un buen amigo. Fue el quien rumió la mayoría de los detalles y el que nos juntó. Con una brisa de aire fresco, en el porche de su casita amarilla, Laura recuerda el día que Paco le contó que quería que dibujase cartas. Y que esas cartas serían un tarot que contaría con imágenes lo que las viejas vienen contando desde hace cientos de años en forma de cuentos. Mientras habla de ese momento, los ojos de Laura son dos soles.

Bocetos realizados por Laura Gómez Marín para el Uno de Bastos. Tarot de los cuentos maravillosos de la península ibérica

-Paco, me interesa muchísimo el proyecto. Pero tengo un problema, necesito un espacio para trabajar tranquila y dedicarle a las ilustraciones el tiempo que requieren –citaba, recordando.

Y ¡pum!, como si se tratara de un duende o un genio, Paco sacó de la manga una casita de cuento en mitad de un barranco.

-¡Vívela como si fuese tuya!. -Y allí que fue Laura a instalarse.

Pero aún había mucho que hacer y el invierno lo hizo evidente. Sin agua caliente ni aislamiento como el de hoy día, que aísla de la temperatura, el ruido, y los cotillas, Laura y Tony pasaron frío. Un día, un vecino fue a pedirles ayuda para cortar un pino muy grande, y ahí que fueron a ayudar. Cuando terminaron, el vecino les dio un tronco enorme, y Laura y Tony se lo llevaron a casa para poder encender la chimenea. En casa, Laura tenía un hacha, pero tenía poco filo. Así que, desesperados por no poder cortarlo, optaron por meter un extremo del tronco en la chimenea e irlo quemando poco a poco. Y así llegamos al cuatro de bastos. Un garrote enorme siendo forjado por cuatro herreros. Para Laura ese tronco de pino se convirtió en el basto guía. Con él fue trazando las necesidades de ese invierno en cada carta. Lo básico, lo rural. Para Laura esa casa es su cueva y el lugar donde nació nuestro Juan el Oso. Allí peleó con el uno de bastos, cuya composición no conseguía satisfacer ni a Lorenzo ni a Laura. Fue, probablemente, la carta a la que se le dedicaron más bocetos y la más trabajada.

No hay que olvidarse tampoco del mágico duende del cinco de bastos, rodeado de naturaleza; amenazando con mear en el fuego y los cacharros. O el estampado natural de la Reina de éste palo, una de las cartas favoritas de Laura. Y es que las dificultades son las que enseñan y cargan de esencia nuestros pasos. Dificultoso fue aquel invierno, para Laura; y también las primeras reuniones. Porque ese fue el momento en el que todo toma forma.

Pero a Laura no le desagradan las dificultades. Al contrario. En su paleta tiene un buen lugar reservado para los tonos más oscuros, y le gusta frecuentarlo.

-Es que disfruto bastante dibujando lo chungo -me contaba llegando al final del palo.

-Cuando todo va bien parece que hay poco que contar -decía mirando las últimas cartas del palo (las que corresponden también al final del cuento) con menos interés.

Acto seguido, me mostraba el diez de oros cambiando de palo. Ésta, es una de las cartas más oscuras de la baraja pese a su luminosidad. Es el momento en el que las villanas del cuento de Estrellita de Oro, la madrastra y Rabo de Burro, son hervidas en aceite. Rabo de Burro se aferra al humo para trascender mientras que la madrastra es poco más que una mancha negra. Pese a todo, tiene una potencia impactante. Y es que para Laura, el palo de oros fue uno que disfrutó mucho dibujando gracias a la presencia de sus villanas. Un par de sinvergüenzas con un color a Castilla. ¿Por qué? Os preguntaréis. Estrellita de Oro y Rabo de Burro es una historia que tiene mucho en común con La Cenicienta. Sin embargo, desde el comienzo del proyecto queríamos que fuera un tarot de cuentos de la Península Ibérica. No es extraño que los cuentos tengan puntos en común. Al fin y al cabo, como nos recuerda Lorenzo a menudo, la mayoría tienen miles de años de antigüedad y han migrado y se han transmitido tanto como el ser humano. Son una fuente de conocimiento, y aun mediante la oralidad (y posiblemente gracias a ella) han llegado muy lejos. Pero además de ser un tarot, y ser de cuentos, desde el principio queríamos que fuera “nuestro”. Así que ya desde el comienzo Paco y Lorenzo quisieron darle identidad. Para hacerlo, Laura se inspiró en los paisajes de Castilla y en sus ropas medievales; y también en algunos detalles arabescos y andaluces. Es algo que está muy presente en el palo, pero sobre todo en sus villanas de cabellos rizados y abanico.

Hablando con ella sobre éste palo me vino a la mente el dicho de “No es oro todo lo que reluce”. El primer día, frente a la cerveza, le pregunté a Laura si había algo especial en lo que le gustaría hacer hincapié con respecto a ella misma o a la ilustración. Con palabras me dibujó la imagen estereotípica del pintor bohemio, frente a un lienzo y con la musa al lado. Quizá con la torre Eiffel vista a través de la ventana.

Boceto para el siete de copas. Tarot de los cuentos maravillosos

-Muchos, cuando se habla de ilustración, creen que todo es muy bonito y fácil, pero la verdad es que hay mucho trabajo detrás.

Por supuesto, hubo momentos de inspiración, pero desde luego soy testigo de una buena parte del trabajo que le llevó a nuestra ilustradora ilustrar el tarot. No sólo era pensar, bocetar, corregir, colorear; sino también investigar y documentar. Algo que, por lo general, no es evidente a simple vista, y sin embargo, es lo que respalda el resultado final. Al final son dificultades, crisis, y villanos; muchos de ellos, propios.

Un poco después, volamos hacia el cuento del príncipe durmiente, el protagonista de nuestro palo de copas. Un palo muy especial para Laura; muy íntimo. Un palo lleno de ilustraciones de un color rojo intenso. Del mismo color se mostraba ella cuando hablábamos de él. No literalmente. Laura no estaba, ni mucho menos, avergonzada. Pero sí hablaba de cada carta con mucha emoción. Es un palo donde ella está reflejada en cada ilustración. No sólo como la heroína que parte en un viaje, nada fácil, en el que tiene que encontrarse con los astros o alimentar leones. Sino también, cada una de las cuartillas tiene un pedazo de ella misma. Con cariño, nuestra ilustradora confiesa que los personajes del Dos de copas son su hermano y su madre. También cuenta cómo el Siete de copas no existiría sin Tony, quien fue indispensable para darle cohesión. Me contaba también cómo es la carta favorita de su padre. En ese momento aproveché para indagar un poco más y zambullirme en las diferentes tonalidades de ese rojo intenso. Quise saber de dónde procedía ese color.

-¿Mi padre? Ah, pues mi padre es una persona a la que le encanta aprender, un eterno estudiante. Además, es un gran amante del arte.

Cada una de sus palabras dejaba entrever la importancia de su presencia y el amor que le profesa.

-Él es también muy exigente cuando se trata de arte, así que supongo que de él me viene también el perfeccionismo y la auto exigencia.

A él fue inmediatamente después de hacer la primera tirada de prueba de las cartas.

-¿Y tu madre? -le pregunté.

-Un culo inquieto y una persona muy, muy creativa que debería creérselo más -respondió sin necesitar un segundo para pensar.

A través de cómo hablaba de ella pude ver de dónde viene toda esa humildad con la que introduce su trabajo o muestra sus ilustraciones. Y admito que en algún momento también yo pensé: ¡Mujer, tú también deberías creértelo más!. Pero quién soy yo para regañarla. Al fin y al cabo no es una historia tan rara que infravaloremos aquello que hacemos con naturalidad porque nos gusta y apasiona. Y ya me había advertido que apasionada era un rato. Es habitual que donde otros ven algo increíble, nosotros vemos algo mediocre, y sin embargo nos parece increíble lo que otros consideran “del montón”. Y es que, profundizando aún más en el comienzo de la historia de Laura, descubrí que ella ya nación con papel y una caja de plastidecor.

-Ya de pequeña iba a casa de mi primo, que tenía la colección de Asterix y Obelix, y me ponía a dibujarlos.

Laura en su estudio, en la casa de la sierra de la Almenara, en 2021

Laura calcaba a Tintín y al Pato Donald, decoraba los libros de latín con bocetos de esculturas clásicas, e incluso más adelante también experimentó con el comic. Yo, que aún busco mi camino, no pude hacer más que sentir envidia. ¡Y os prometo que no es ningún tipo de venganza..! Pero conseguí sonsacarle una anécdota bastante divertida:

-Cuando iba al colegio… ¡Aun era una enana! Segundo o tercero de EGB. Yo hacía dibujos de chicas y chicos desnudos para venderlos por cinco duros, en el colegio, a mis compañeros. Nos metíamos en los armarios en los que se guardaba el babi y la mochila para trapichear y que la profesora no nos viera. Y con eso me compraba las golosinas y chuches que mi madre no me dejaba comprar. Además, como tenía cara de buena, nadie sospechaba nada.

Entre carcajadas me dijo “que esto no salga de aquí”, pero le dije que no podía prometer reservarme una anécdota tan divertida. Y no es solo que Laura tenga buen ojo para los negocios, sino que una de las cosas que más disfruta dibujando es el cuerpo desnudo. Con nostalgia hacía hincapié en el momento de respeto entre modelo y dibujante, y la belleza del cuerpo humano con sus imperfecciones.

-Y no se trata de nada erótico. Es un momento de profundo respeto por el otro. Y de maravillarte con cómo es el cuerpo humano; es alucinante.

Es algo que echa mucho de menos de la carrera:

-Porque claro, no puedes acercarte a alguien y decirle: Oye, ¿te importa desnudarte? Es que me apetece dibujar un cuerpo desnudo –dice Laura entre carcajadas.

Además, también le encanta dibujar fantasía. Traer al mundo algo que no existe y hacerlo tangible y visible como si fuera real.

-Me encanta el trabajo de Jim McKenzie. Échale un ojo, es alucinante.

Al menos, esto sí pudo disfrutarlo un poco mientras trabajaba con el tarot.

De ahí y para terminar de hablar de los arcanos menores, nos fuimos navegando, y un poco a la deriva, al palo de espadas y “La serpiente de las siete cabezas y el castillo de irás y no volverás”. Es un palo muy mental y racional. Laura cuenta que es el palo que menos le costó. Las cartas las tenía claras. El azul de sus ilustraciones transmite seguridad, la misma con la que Laura habla de él. Y es que, al ser el último, las observaciones y directrices de Paco y Lorenzo formaban ya parte de la rutina de trabajo. Eran como una máquina bien engrasada donde, tras mucho trabajo y rodaje, todos los engranajes encajan perfectamente en su sitio. El resultado es un palo muy sobrio y definido.

-¿Y los arcanos mayores? –le pregunté. No me había olvidado de ellos.

-Los arcanos mayores fueron los que más trabajo llevaron. Era como condensar todo un cuento en una única carta.

Fue un trabajo arduo porque, como explica Laura, tiene que meterse en cada carta, los sentimientos y emociones del momento, la composición, lo que comunica, etcétera. Ella abraza todo ello dentro de sí y dibuja. A veces con una sonrisa, otras con el ceño fruncido o con sufrimiento en el rostro.

-Cuando dibujo algo tan complejo soy un poco actriz, gesticulando lo que se transmite.

Ya casi al final de la conversación le pregunté cómo había vivido el trabajo con el tarot, y si le había cambiado en algo.

Boceto para el seis de oros. Tarot de los cuentos maravillosos

-El tarot y la Cuentoterapia me han atravesado, me han sacudido y me han removido. Pero mientras lo llevaba a cabo era canal, comía pero no digería. Mientras trabajas, comes pero no digieres. Y cuando terminamos, tuve que apartarme un poco de él y de la Cuentoterapia, tomar un poco de distancia. Sobre todo después de la presentación. Fue un: ¡Buuah, esto es demasiado!.

Laura me cuenta que aún tiene mucho que trabajar al respecto, pero que desde luego ha habido una transformación. Incluso en el trabajo:

-Ilustrando trabajamos con símbolos. Los símbolos están en todo. Ahora presto mucha atención a ello cuando uso elementos nuevos en los dibujos.

A partir de éste punto, la conversación se relajó bastante. Habían pasado alrededor de dos horas y comenzaba a oscurecer. Laura incluso aprovechó para darle la vuelta a la charla y durante un rato me hizo varias preguntas como si yo fuera el entrevistado. Y no pude escapar durante un rato, así que decidí dar fin a la entrevista. Se me había hecho bastante tarde y me invitaron a cenar. Como ni ella ni yo habíamos contado con ello, decidió hacer en un momento una tortilla de patatas, una receta de su abuela. Y como no podía ser menos, la sabiduría de “la vieja” demostró ser deliciosa. Para entonces Tony también se nos había unido y charlamos otro buen rato. Hasta que se hizo tarde del todo. Finalmente me subí al coche y me aventuré en el negro absoluto del barranco, dejando atrás la casita amarilla con todos los colores de Laura.




Este artículo se publicó originalmente en el número 6 de la revista anual de AICUENT, en la primavera de 2021.

























































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































































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